Cuando me he presentado en alguna ocasión como abogada especializada en Derecho Penal lo primero que he escuchado ha sido: espero no necesitarte nunca. Sé muy bien porqué me lo dicen; porque me toca intervenir en un momento muy delicado de la vida de una persona, sea cuando ha sido víctima de un delito o cuando es acusada de haberlo cometido. Está claro que hay mucho en juego y precisamente por ello considero que es esencial contar con un abogado que entienda la vertiente emocional del problema y, a la vez, sea capaz de abstraerse para ejercer su papel de forma profesional.